Juana Julia Guzmán
Alguien caminó entre nosotros sin ensuciarse
del sucio que nos ensucia
No naciste con el destino de Marilyn Monroe
que para ganarse la vida
le bastaba su enorme sonrisa vaginal.
A ti el Sinú te asignó una sonrisa corta
que no te alcanzó para la misericordia.
Rechazaste lo del designio y te metiste en la voluntad.
A los insaciables les quitaste de sus propias bocas
el pan que nos esquilmaban,
de sus sangres en mezquindad la conciencia que nos ocultaban.
A la gente atacada por la impiedad les enseñaste
extraer de las tinieblas las sombras que dan fuerza.
En 1.492, conquistaron tu inocencia.
En 1.592, adoctrinaron tu alma.
En 1.692, borraron tu memoria.
En 1.792, te quemó el inquisidor.
En 1.892, te fusilaron generales de la patria.
En 1.992, se excusaron los reyes católicos,
fueron quinientos años con la infamia de un Cristo caído
impuesto en el alma.
En este Sinú hemorroidal, delimitado por el miedo y el dolor,
tú caminaste entre nosotros sin ensuciarte de ese sucio
con que nos vamos ensuciando.
Estaremos, oh Pabla, amando tus caminos
por encontrar en ellos las huellas de nuestros pasos.
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