lunes, 24 de septiembre de 2012

REFLEXIONES SOBRE LA CULTURA EN CÓRDOBA


                   Reflexiones sobre la Cultura en Córdoba

Por: Alexis Zapata Meza

Es interesante conocer cómo el hombre cordobés se ve a sí mismo, se reconoce, se valora. Es así mismo interesante como ve al hombre de su pasado indígena, e incluso de su pasado africano. Mirar hacia atrás es un gusto de su nostalgia. Todo ser social mira hacia atrás para ennoblecerse. Hoy en día para mirar hacia atrás puede apoyarse en la ciencia de la Antropología, o, de la Historia, más bien de la Etno-Historia. ¿La cultura antecedió al hombre? No, la cultura no antecedió al hombre. Cultura y hombre son una misma cosa. ¿La cultura sobrevivirá al hombre? No, la cultura no sobrevivirá al hombre. La cultura es la piel del hombre, sucumbe con el hombre. Cada pueblo tiene la cultura que merece, así mismo como cada árbol merece su propia corteza. Se pueden intercambiar culturas como cambiar de camisa. No, un árbol no puede respirar con las hojas de otro árbol. La cultura es el mapa seguro por donde caminamos.
Cuando miramos hacía atrás los zenúes se nos hacen más visibles que cuando estamos mirando a quienes hoy han sobrevivido al holocausto de la conquista. Hay algo perverso que nos vuelve indolentes frente a nuestra propia historia. Asumimos al hombre “Conquiro”, el que conquista, que de manera vacía, cultivando tormentas, se cree superior para satisfacción de su necio Ego. Manuel Zapata Olivella nos lo advertía: “Primero tenemos que descolonizarnos para después desalinearnos” Y siguiendo la ruta del enfoque sociológico es necesario saber que es una obligación desalinearse para poder entender dónde carajo estamos parados.
Nosotros tenemos doble tarea: Descolonizarnos, y después desalinearnos, porque la colonización es la alienación específica de la conquista. Siempre estaremos tratando de escapar de esa humillación agrediendo a “otro”, o dejándonos aplastar por el “otro”. Nuestro dilema es así, no tiene otro precio. No nos la van a poner más barato. ¿El hombre sobrevivirá a la cultura? No, si no hace la tarea de despejar el camino. El hombre tiene suficientes hombres para llevar cualquier carga, y así lo vemos, pero no hay mal que dure cien años. El mal nuestro pasa de los quinientos años. ¿No es necesario buscar una explicación al hecho que existan sociedades de resistir tanta vejación? La pregunta va y viene, nos perseguirá hasta que no demos con la respuesta. La cultura no es un Super-orgánico que está por encima del hombre, es ese vestido que cosemos diariamente sobre nuestra alma.  La cultura es el alma. No es un ente metafísico, es,  nuestro concreto.
De los zenúes del pasado todo nos interesa, y todo lo que hacían, sentían y pensaban era gloriosamente cultural. Cazaban, y ¿Qué armas utilizaban? Cuánto daríamos por tener un arco y una flecha de esas. Cocinaban, y ¿Dónde? ¿Con qué? Hoy los Museos nos cuentan casi en detalle donde y cómo cocinaban. Hoy nos fascina ver la alfarería tosca o fina que utilizaron. La variedad de vasijas es enorme porque la variedad de usos era diversa, en ella se expresaban muchas de sus prácticas religiosas. ¿Cómo vestían? Con guayuco o con paruma. Con faldas, pecheras, narigueras, aretes. Todo esto nos fascina, y si son de oros mucho más. ¿De dónde sacaban tanto oro? Entre más oro más nobleza ¿Bailaban? Si, más de una creencia tenía su propio baile. El rito y el mito se complementan, y baile en los zenúes era un rito. Fals Borda, habla del baile “Monte Cuy”. ¿Cantaban? Si, pero esto de verdad se perdió. Los Taínos, primos hermanos de los Zenúes cantaban el “Areito” Los cubanos ahora andan orgullosos de su pasado memorable por los “areitos” A nosotros se nos perdió la memoria.  Nos quedó la gaita, la chuana, pero no la vemos. Está en el origen del porro, pero la descartamos. Nos interesa más que hubiese nacido de un bombardino, instrumento de metal, que de la chuana, instrumento de lata. ¿Rezaban? Si, tenían sus oratorios, incluso templos, ciudades religiosas. Melxión y Manexca fueron los dioses tutelares, que tuvieron veinticuatro hijos, también dioses. Pedro de Heredia vino en 1.534 y destruyó un templo dónde había doce pares de dioses enormes forados en oro, de cuyos cuellos colgaban hamacas gigantescas repletas de ofrendas en oro. Lo religioso era dominante, determinaba la estructura social. Pedro de Heredia al destruir este templo acabó con lo más sagrado de los zenúes, cometió un etnocidio. Para rematar, plantó la gripa como instrumento de guerra, ocasionando un genocidio.
El empotramiento de la religión en las demás esfera de la sociedad no es asunto nuevo, porque ya esto había venido sucedido en Europa en la Edad Media, y luego se replicó en las Colonias de América Latina. Rota la armadura ideológica, los zenúes quedaron a la deriva en la nueva sociedad excluyente que los desconoció. En la sustitución de las formas de pensar apareció el catolicismo apostólico y romano. En la región del Sinú se instituyo una mirada teológica para interpretar el mundo y la vida en sociedad. Todavía en los años setenta el pintor Chalarca, un manizalista venido a Montería, vivía de hacer y vender cuadros de Jesucristo. Varias veces vi  llegar este señor a venderle esos cuadros a mamá. El que los vendía y papá que los rompía. Era escéptico en materia religiosa. Mi padre fue un caso único, porque al pintor le fue muy bien mientras vivió. Dios creó a Chalarca para que pintara a Jesucristo.
Mucho antes la religión estuvo de lucha a brazo partido con el mundo de creencias de los indígenas y africanos. En la Colonia le fue fácil. El Derecho de India no permitía que negros e indios convivieran en un mismo pueblo. Divide y reinaras. Fue después de la liberación de los esclavos que la gente de sotana tuvo que apretarse los cinturones. Los negros e indios se mesclaron no solo en la sangre, si no ante todo en sus ideas, bailes, músicas, comidas, hábitos. Fue después de 1850 que Córdoba se convirtió en el mejor laboratorio cultural de su historia, más nunca  ha podido tener ese espíritu de creación y flexibilidad de alma.  Así que cuando el Goyo despierta ese folclor ya nadie más pudo detenerlo.
Es en esos mismos años de Chalarca el abogado Guillermo Valencia Salgado, “el Compae Goyo”, dio origen a los Festivales con la creación del Primer Festival Folclórico del Río Sinú, que imprimió una línea de valoración hacia la cultura popular. Línea que hoy en día está fortalecida, cumpliendo su intención. Es en esa misma década cuando unos escritores fundan el grupo literario “El Tunel”, que abrió el abanico hacia la cultura académica. Pero  Córdoba tiene que esperar el año 1999 para ver creada la Secretaría de Cultura Departamental, desde donde se amplió el panorama.
Hoy en día la Cultura es considerada unos de los Derechos Humanos consagrados por la Constitución. Con la secretaría vinieron los Programas del Ministerio de Cultura, como el de Patrimonio, que a Lorica le dio la oportunidad a que le invirtieran a su Mercado Público, y al Centro Histórico de la ciudad. Paralelo a la existencia de la Secretaría la creación y activación del MUZAC la ciudad de Montería ha tenido la oportunidad de ver oportunas exposiciones de Artes Plásticas. El panorama es amplio pero tiene las jerarquías y prioridades que históricamente le ha dado la sociedad. En Cereté un alcalde acabó de un plumazo el Festival de la Cumbiamba, y no generó debate público. Ese mismo alcalde destruyó la imagen religiosa de una virgen, y generó un debate público. La historia no nos miente, todavía nos duele que maltraten la visión religiosa que nos sembró la iglesia en el espíritu. A pesar del abanico abierto tenemos tendencias, no políticas culturales. Actuamos todavía desde la conciencia oscura de la sociedad.
En las políticas culturales hay una lucha de significaciones, que pelean nuevos estatus y nuevos roles en la sociedad. En Córdoba esas luchas son reemplazadas por imposiciones de mercado y presiones de la política. Juego de intereses. La razón todavía no es un recurso del hombre inteligente. Las tendencias pragmáticas de la vida imponen sus desafueros. Un pensamiento trascendente, que acuñe un proyecto social, no se eleva sobre la barbarie.  ¿La cultura antecede al Hombre? Si, siempre y cuando sea un proyecto de vida que remantice a la sociedad, le de nuevos y nobles significados. La cultura no debe perder su horizonte de hacernos cada vez mejores, humanizarnos hasta la saciedad, convertirnos en espíritu. ¡El hombre antecede a la cultura? No, la cultura es la casa del hombre. Dios no está en la cultura, quien está en La cultura es el hombre, y ella tiene las dimensiones de los huesos del hombre.

martes, 4 de septiembre de 2012

María Varilla, un cuento de Alexis Zapata Meza

MARIA VARILLA 

María Varilla era fina de cuerpo,  nada insignificante, porque pegados a sus huesos había energía. Le sobraba temple para ser valiente, pero había que verlo. Estaba lavando la ropa contra unas piedras a la orilla del río.  De repente apareció corriendo un joven, que con cara de angustia buscaba donde esconderse. Como si fuera una Virgen María le dijo, ven aquí. El muchacho asombrado vio que le indicaba que se le metiera debajo de las polleras. Ven, le dijo, y el muchacho sin sospechas obedeció.
Detrás venía la policía persiguiéndolo. Sabía que era una policía torpe que perseguía a quien no fuera conservador.
-          ¿No has visto por aquí a un hijueputa?
-          A la puta no la he vista; al retoño, menos.
Contestó sin pisca de cobardía, así que no la revisaron.

LIBERTAD, Poema de Alexis Zapata Meza

LIBERTAD 

 Por: Alexis Zapata Meza
                                    
La libertad es el camino que le esconden al esclavo
para que se quede sin ilusión mirando el cielo.
Es esa migaja de pastel que no te atreves a coger
para que no te aplasten la mano.
Pero es el temor a la tiranía el que te hace libre
de la esclavitud.
Es la piola de mico con que espantas a la pureza
para que no te babeen la frente.
Cuando no percibes la libertad es la esclavitud
la que te la hace añorar.
Es el esguince que le haces al puntapié
para que no te borren las pisadas.
Mejor es estar en descampado con los libres
que bajo techo con los esclavos.
Es el quite que le haces a la maldición
para que no le resten lo que le falta de vida.
Tu libertad, proclámala;
tu esclavitud, escóndela.