miércoles, 3 de octubre de 2012

Un cuento de Serafín Velásquez


DISPUTA TERRITORIAL


Por: Serafín Velásquez Acosta
"Toda la armonía total de este mundo está formada de discordancias."
Lucio Séneca

El loro Celedonio, desde su lugar predilecto, un árbol de almendro sembrado en el jardín de la residencia de cuyos ocupantes era la mascota preferida, desde hacia meses atrás, era testigo de las frecuentes e inútiles peleas que se desarrollaban  entre los perros y gatos, mascotas de los residentes del barrio más popular de la ciudad.
¡Que idiotas son estos animales! -Se decía para si Celedonio- veía con frecuencia como en las reyertas, los gatos  salían con lesiones graves, fracturas de sus miembros e incluso encontraban la muerte. En la última semana, cuatro de ellos murieron de manera  fulminante. Por  el lado de los perros, salían con   laceraciones en su piel,  heridas profundas en la cara y algunos morían  tiempo después, por infecciones bacterianas.
La situación se estaba volviendo tan insostenible que el loro Celedonio, decidió intervenir para poner fin a esa absurda guerra en la que ninguno de los miembros de las dos especies antagónicas podía vivir tranquilo. Por el contrario, los ánimos si iban exacerbando cada vez más e incluso, hasta los dueños se involucraron en discusiones por culpa de sus peloteras escandalosas. Por lo mismo, algunos vecinos cansados de estas grescas sin sentido, estaban considerando la posibilidad de deshacerse de sus respectivas mascotas.
Celedonio, buscando la ocasión  la encontró una mañana de lluvia tenue acompañada por nubes negras que presagiaban un día lúgubre. El perro más viejo, huyendo de la pertinaz lluvia, se refugio debajo del almendro que ocupaba el loro.
Kalimán, -Así llamaban al perro- escúchame, me llaman Celedonio, te hablo desde la rama que está a tu derecha. He observado que tú casi no intervienes en las trifulcas que los demás perros del barrio mantienen con los gatos.
.El perro Kalimán -mirando hacia donde le indicaba el loro, le dice- Es cierto, uno con los años aprende a ser mas tolerante y la verdad es que hoy miro la vida con más respeto, siento que es una tontería perder el tiempo en luchas estériles.  Pero dime: ¿Qué puedo hacer con unos compañeros irascibles  que  por nada se ofenden? Lo mejor es que siga manteniéndome al margen de tales  conflictos.
-Creo que tu deber es hacer algo para que la paz reine entre tus compañeros y los gatos. Todos somos merecedores de vivir en armonía siempre que cada especie cumpla con el papel que la naturaleza le ha asignado -le dice el loro- esperanzado en despertar interés en el tema a  Kalimán
¿No veo cómo? -Contesta Kalimá- reunirlos para buscar una solución es perder el tiempo, sobre todo, porque con tantas heridas que se han causados, los sentimientos de venganzas son tan fuertes que  la situación entre ellos es irreconciliable.
-Pues, yo te tengo una solución -Le responde Celedonio
¿Cuál es esa solución de la que me vas  hablar Celedonio? -No estoy para burlas, bien sabes que entre perros y gatos siempre ha existido una rencilla que lleva siglos
Se trata de lo siguiente Kaliman. Primero dime- ¿Qué es realmente lo que ustedes se disputan?
-El territorio, que es nuestro y que ellos quieren usurpar
-¿Y quién se los ha escriturado a ustedes? -Que yo sepa, jamás nadie han sido dueño de nada. En la naturaleza, el aire, el agua, el suelo, el sol, el paisaje, la vegetación, son patrimonios ambientales que existen para bien de todos los seres vivos, de modo que, ante esta realidad, lo mejor es compartir en armonía lo que la naturaleza nos da  generosamente.
Bueno, nosotros seguimos lo que hemos observado hacen los hombres -responde Kalimán algo enojado-  así como ellos delimitan áreas que escrituran a su nombre, nosotros con nuestros orines, demarcamos nuestros territorios para informar a otros animales que ya estos tienen dueños.
-Y tú no te das cuenta que todo aquello que uno cree que es de uno, en cualquier momento se desmorona, se derrumba, se lo lleva el viento,  casos se han visto. Un terremoto, un ventarrón, una inundación, un incendio, en cuestiones de segundo se lleva lo que el hombre ha construido.  Esta es una verdad incuestionable. Las cosas son para el que las necesita, dice el dicho popular. A lo mejor, el pleito  entre los perros y gatos obedece a que ambos se autodenominan dueños de un mismo territorio, pero no se han puesto de acuerdo para disfrutarlos en tiempos diferentes.
¿Cómo así, Celedonio? -Explícame eso, que me parece interesante- observa Kalimán
-Sencillo,  Kalimán. Normalmente la vida de ustedes es diurna y la de los gatos, nocturna.  Cada uno cumple un papel distinto en la naturaleza,  ustedes los perros, además de servir de compañía al hombre, los adiestran para desarrollar oficios de vigilancia, rastreos y entretenimientos de niños. Los gatos, igual son animales de compañías que en el día no molestan porque se la pasan durmiendo,  pero en las noches  son cazadores de roedores, a los que ustedes les tienen pavor y persiguen también cuando merodea por  su entorno.
-De modo que, solo falta que conversen sobre el tema, se den una tregua y respeten el tiempo que cada uno tiene para disfrutar su territorio. Ustedes los perros en el día  pueden correr sus calles, mear sus límites, revolcarse en la tierra, bañarse de sol, admirar los paisajes y regocijarse con el calor de su hogar  ignorando la presencia dormida de los gatos. Y estos, pueden por las noches, complacerse en el  mismo territorio: recorrer  los tejados, las callejas oscuras, merodear  las canecas de basuras, embelesarse con la luna y cumplir con su función de mantener controlada la población de roedores en el barrio.
¿Qué te parece? -Finaliza Celedonio su disertación.
¡Excelente, excelente!  -Grita Kalimán- dando saltos  de  alegría. ¡Gracias Celedonio!, ¡Muchas gracias! ¡Carajo!   -Porque no se me había ocurrido a mi esta solución.
Porque sólo los que están por fuera del conflicto, pueden ver como se alimenta la hoguera de la discordia y pueden encontrar  las salidas más inteligentes para ponerle fin al litigio. -Responde Celedonio- pavoneándose con sus alas abiertas.
Bien, no espero más. Por algo me trajo el destino a este lugar. -Adiós Celedonio. Te deseo salud y paz        
Igual a ti Kalimán, suerte en tu empresa.




No hay comentarios:

Publicar un comentario