PERSONAJE
Quizás la historia de un escritor es la historia de todos los escritores. Bosquejar un fragmento de esa historia es el fin de este relato. Para nuestro escritor llegar a ser Homero, Dante, Shakespeare, Cervantes, Kafka, Joyce, Goethe, Borges, era su más alto sueño. Y en el ocaso de su vida, como un regalo de los dioses, le fue dada en un sueño la historia de la humanidad. Al sentarse ante la pantalla de su portátil recordó con singular claridad las imágenes y las palabras y tuvo la certidumbre que escribiría una novela de novecientos setenta y nueve capítulos, en los que narraría: la pasión, resurrección y ascensión de Aquél que había de morir en la cruz, hecha con la madera de sus sueños, los horrores del infierno y las dulzuras del cielo, las mercedes y las acechanzas de Dios; tejería el arco iris del Espíritu, el lento y fatal vuelo de los días, el rumoroso río del tiempo cósmico, el vastísimo instante y la divina eternidad; contaría las hojas de los sueños y los rostros de la vigilia, la insoportable y trágica soledad de los humildes huérfanos del mundo, de las verdes brevedades del caos; describiría los vagos caminos de la sangre y los mil y un viajes de los huesos, los colores otoñales del alma, los misteriosos pájaros de la memoria y los inasibles peces de la realidad; reseñaría el frío fuego de la fe, el asomo asombroso y momentáneo de la felicidad, las memorables metáforas y los severos pensamientos; escribiría, para salvarla del olvido, la saga de ese animal nacido para el dolor y símbolo célebre de la muerte, la triste historia de ese nadie que intuye que algo en el barro de su ser propende hacia el polvo. Cuando se disponía a pulsar la primera tecla, un malestar inesperado lo interrumpió y al volver del baño, le fue imposible, después, recordar la visión, entonces, lo acobardó una sensación de impotencia y vacío; se levantó, escribió YO y salió a la calle en busca de la noche, de donde no regresaría jamás.